domingo, 22 de febrero de 2015

Conciencia Infeliz

Conciencia infeliz.

En nuestro mundo, se experimenta una insatisfacción general, las promesas incumplidas de la modernidad, han produciendo frustración al no poder realizar las expectativas que ella misma impuso sobre los hombros de toda la humanidad; ofrecida como libertad del reino de la necesidad, la modernidad, terminó invirtiendo los valores, colocando la carreta delante de los caballos, hoy el hombre ofrenda su vida al mantenimiento del orden social.


Se impuso la meta del perpetuo progreso; progreso que dejó de ser camino para volverse destino, condición permanente que no da tregua, ni sosiego a la mente, sin darle oportunidad de reflexionar; deslumbrando por el brillo proyectado por el ideal del progreso, el hombre peregrina sin cesar, en pos del Ideal, que convierte su presente en un permanente mal, siempre con la vista puesta, en el afán de algún día poder alcanzar la escurridiza idea de siempre avanzar.


Mimetizado al accionar despersonalizado del maquinismo industrializado, el hombre ha renunciado a su facultad de pensar, se ha conformado con hacer de sí, un puñado de habilidades automatizadas; Es así, que ondea en el mundo, como un instrumento más, de ese reino de medios en que se convirtió  la sociedad.


El hombre vive eyectado sobre un mundo en el cual vive desencajado; pone su ser en las cosas, sublimando su vida propia, a la cualidad de un objeto, una meta que le viene impuesta como unidad de medida de su valía; ha perdido la sensibilidad, sustituyendola por la técnica y la funcionalidad.


Despierta, se levanta, come, trabaja y duerme, se aplica cabalmente en la tarea de deshumanizar su propia entidad; aprende con esmero, todo lo que considera que hará de él una herramienta de utilidad, haciendo a un lado lo único que puede en verdad realizar su personalidad ;Pensar.


Vive y aprende a disfrutar de una existencia sin conexiónes, como el de una piedra que yace encerrada en su absoluta y oscura soledad; soledad, que le viene como consecuencia de esa eyección de su ser, de habitar en el mundo, sin hacerlo consigo mismo, por ello, deambula angustiado, se siente desorientado, porque el mundo tal y como ha sido diseñado, es incapaz de brindarle un sentido a su liviano habitar.


La soledad y la falta del pensar, son las dos epidemias de la modernidad, pero son al mismo tiempo sus condiciones de posibilidad, la rutina militar demanda para sí todo su esfuerzo y concentración, y lo obliga a sufrir el vacío de su vida interior, ya que si pensar es ser dos en uno al desdoblar de la conciencia, al estar arrojado en el mundo en las tareas que harán de él, un gran hombre en términos de la postmodernidad, el cohabitar en la conciencia se vuelve una imposibilidad.


Hombre de conciencia infeliz, vida escindida, busca asir, lo que sabe que fue  primeramente fragmentado, y después arrojado fuera de sí; con místicos sucedáneos, busca soldar su resquebrajada unidad, pero no lo puede lograr, porque lo vuelven a condenar a adorar lo que esta por afuera y encima de él.


El hombre, ha hecho de sí, un ideal pasteurizado, domesticado y predecible; puñado de impulsos organizados en función del mercado. El valor más preciado ha resultado el rendimiento; lo mismo en la industria, en la política y en los bajos fondos de la sociedad, desde este punto de vista, todos viven hermanados.


Religión, política y medios, trabajan coordinados, pretenden forjar artificiosamente una identidad; pero olvidan que identidad es uno, y más de uno, se vuelve comunidad; aunque tal vez, no sea olvido, sino engaño, no buscan individuos, sino rebaños.


La monotonía del trabajo organizado, y la repetición de dogmas sin vitalidad proporciona la exasperante sensación de un mundo congelado, es por ello que, la religión ha perdido credibilidad, en un mundo paralizado, sin libertad, no cabe el calor de la acción providencial.


La política satura de imágenes, datos, al ciudadano, atrofiando el pensamiento simbolizado. Bajo el grosero argumento de su falta de competencia intelectual, se educa al ciudadano en desconfiar de su propio criterio, se exagera las complejidades de los actos de gobierno, para poder suplantar por la burocracia, el derecho a deliberar en los asuntos de toda la comunidad


Los medios de comunicación se han convertido en creadores de imágenes, disuelven lo preciso y determinado, precipitando la verdad en el abismo de la vacuidad; sustituyen la conciencia individual, crean necesidades artificiales y venden al mismo tiempo satisfactores, relevando al hombre hasta de poder desear.


Ejércitos de sonámbulos, deambulan por las calles, sin poder diferenciar, si viven o duermen, se a hecho indiscernible lo falso de lo real.


sotelo27@me.com


















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