domingo, 19 de abril de 2015

El Fin del Homo Sapiens

El Ocaso del Homo Sapiens.
La más perenne interrogante, que se ha formulado la antropología, tiene que ver con saber, qué es aquello, que nos hace esencialmente humanos; solemos contestar, que es, la inteligencia; sin embargo, esta respuesta, introduce un nuevo problema y nos remite a la necesidad de definir qué entendemos por inteligencia, si respondemos que, por inteligencia hablamos, de aquella capacidad para comprender y resolver problemas, existe evidencia de que, en algunos animales, esta presente está; por otra parte, el concepto inteligencia, es un término compuesto de otros tantos conceptos, su significado es algo disperso y lo que pretende la Antropología, al interrogarse, es dar con el elemento primero, que soporta y distingue nuestra inherencia.

De todos los seres vivos sobre la tierra, sólo los humanos, han podido hacer una distinción práctica de su ser, con respecto al de la naturaleza, han creado una dimensión simbólica respecto de aquella, es decir cultura; pero esto no siempre fue así, perdido en la oscuridad de un pasado remoto, hubo un tiempo, en el que, el hombre, se fundía en unidad solidaria con la naturaleza, no reivindicando un lugar privilegiado en la escala de la evolución, manteniéndose vinculado, por un sentimiento de vida con su entorno.

No fue, sino hasta que, el hombre realizó, los primeros progresos en la edificación del conocimiento que, al sentimiento de solidaridad con la naturaleza, le sucedió el deseo por dominarla; para el neokantiano Ernst Cassirer, el hombre primitivo, por ejemplo, era incapaz de concebir la idea de un espacio geométrico, en él, el espacio tenía connotaciones egocéntricas, se hallaba unido de manera concreta a él, era el lugar donde tenía sitio simplemente su acción, no sentía la necesidad de representarlo esquemáticamente por medio de axiomas, esto solo fue posible por vez primera, aunque de manera rudimentaria, en la astronomía Babilónica, en ella, nos dice Cassirer, "encontramos la prueba definitiva de un pensamiento que trasciende la esfera de la vida práctica y concreta del hombre, al tratar de abarcar el universo entero, en una visión comprehensiva".

De igual forma sucede respecto al tiempo, el hombre primitivo, vivía en unidad viva en él, el momento de su nacimiento, marcaba el propósito de su vida, ya que determinaba de una vez y para siempre, su lugar en la sociedad, ya sea, para ser rey o esclavo; sólo, cuando la dimensión de futuro se hace presente, por virtud de la capacidad de abstracción, que proyecta, el tiempo mas allá del presente, es que fenómenos como la muerte, adquieren un carácter dramáticamente contemporáneo, es así, que Heidegger puede decir lo siguiente "Los hombres mueren, los animales simplemente cesan, la muerte es la posibilidad vivida de que ya no haya más posibilidad para mí, es la posibilidad de que mi mismo ser sea imposible; nuestra vida es un entre, y los extremos, la nada del antes y la nada del después no nos pertenecen".

La capacidad de abstraer y representar, desde su origen, han formado parte del equipamiento intelectual del Hombre; si bien, en etapas primitivas, se mantuvo dormida, una vez despierta, ha sido la causa de su acelerado progreso, facilitando el manejo de datos inmensos, que de otra forma, sería imposible, pensemos por ejemplo, en el concepto de  UA  (Unidad Astronómica, que es igual a 149 597 870 700 metros,  correspondientes aproximadamente, a la distancia media entre el planeta Tierra y el Sol), el cual, ha resultado de gran utilidad, para la realización de los viajes espaciales o medir la distancia de la tierra con respecto a otras estrellas; en la lógica, en literatura y en la filosofía vemos también, la importancia de su uso; en La Fenomenología del Espíritu, Hegel, puede reconstruir, en unos cientos de páginas, toda la historia de la humanidad a través de la experiencia de la conciencia, y esto solo gracias a que, Hegel, recorre de concepto  en concepto, toda la vida del saber absoluto, gracias, a su poderosa capacidad de abstracción, que le facilita plasmar en un solo término, vastas regiones del pensamiento. 

Pero por absurdo que parezca, el desarrollo tecnológico del hombre, ha incubado en su seno, el huevo de la serpiente, innovaciones como la Televisión, Facebook e internet en general, están permutando la naturaleza del homo sapiens, en otra llamada por Sartori como homo Videns; habitamos un mundo, en donde la imagen sea enseñoreado sobre la palabra, atrofiando por desuso, nuestra capacidad simbólica, lo que para Baudrillard ha acarreado, el paradójico efecto de que, en lugar de transformar la masa en energía (E= mc^2), se produzca más masa.

En el reino de la imagen, la angustia es persistente, el sentimiento de impotencia, por no poder penetrar el velo de irrealidad que cubre al mundo concreto, es causa de ansiedad, en quienes la experimentan; consciente de lo anterior, la Televisión a recurrido a los Reality Shows, para hacer sentir en el espectador un elemento de realidad, que palie la soledad, producto de su aislamiento.

De lo anterior resulta de suma importancia, fomentar la lectura, no existe mejor y más accesible ejercicio, para mantenernos dueños de nuestras ideas y pensamientos, que por medio del cultivo constante del hábito de la lectura, la tortura que sufren muchos, a la hora de leer, es síntoma del deterioro de nuestra capacidad simbólica, ya que la palabra, es el signo de la abstracción, por excelencia.

sotelo27@me.com












domingo, 12 de abril de 2015

#Twitter #Hegel y la #Antropologia

Quienes han usado la red social Twitter, habrán experimentado alguna vez, la dificultad de expresar una idea o un concepto, dentro del estrecho límite de los ciento cuarenta caracteres impuestos para cada Tuit; en la elaboración de epigramas, recurrimos a todo tipo de artificios y onomatopeyas como escribir la palabra "K", por "Que"; no obstante y más allá de la crítica desde los purismos ortográficos; la capacidad de expresarnos en términos sumamente concretos, exige y es indicativo a la vez, de la posesión de una facultad característicamente humana, la de abstracción y representación.

 

Una de las mayores críticas a la filosofía de Hegel, radica en su oscuridad, la inaccesible comprensión de sus textos, ejemplo de ello es, La Fenomenología del Espíritu, obra en la que Hegel, reconstruye, en tan solo unos cientos de páginas, toda la historia de la humanidad a través de la experiencia de la conciencia.

 

El método de exposición hegeliano, consiste en pasar de concepto en concepto, en donde cada concepto, constituye la tesis, que será refutada a su vez, por una antítesis, que la vez resulta superada por una síntesis, que a la vez, exige su negación y así sucesivamente; es decir, una escalera, en la que cada peldaño constituye, una deducción, que a medida que vamos escalando, nos conduce por la ruta, que recorre la conciencia, empezando por lo más simple, la mera certeza sensible, pasando por la autoconciencia, hasta llegar al saber absoluto, estando constituida de una cadena de conceptos abstractos que, en último término, se funden, en una síntesis o movimiento dialéctico, de aquí que, la dificultad de su lectura, derive del hecho de que, no puede ser comprendida, sin antes, haber transitado el camino, en la construcción de cada unos de los conceptos que la componen.

 

Pero independientemente de la abismal diferencia que, en los méritos de su contenido pueda haber, si se hace con éxito y talento, es decir, cuando se logra transmitir un mensaje, con ingenio, en un reducido espacio para hacerlo, una y misma actividad intelectual, se halla detrás del esfuerzo cotidiano de aquellos que participan en la red social Twitter  y el involucrado en la redacción concisa de la Fenomenología del Espíritu, a saber, la de abstracción.

 

Uno de los temas sobre el que, la antropología contemporánea constantemente se interroga, es la de saber aquello que, hace característicamente humano a los hombres y mujeres, cual es su nota esencial; se responde con frecuencia, que es su inteligencia; sin embargo, el problema de responder de la anterior forma es que, introduce un nuevo problema, que nos remite a la necesidad de definir qué entendemos por inteligencia, si respondemos que, por inteligencia hablamos, de aquella capacidad para resolver problemas, esta demostrado que, algunos animales, también tiene esa capacidad, con independencia del grado de complejidad, ya que incluso, entre los mismos humanos, no se obtienen los mismos resultados a la hora de hacerlo, debido a que, no compartimos un mismo nivel de desarrollo cultural que, estandarice nuestras respuestas ante las dificultades; lo ideal sería prescindir del concepto inteligencia, que por ser un término compuesto, su significado es disperso.

 

De todos los seres vivos sobre la tierra, sólo los humanos, han podido hacer una distinción práctica de su ser, con respecto al de la naturaleza, pero esto no siempre fue así, perdido en la oscuridad de un pasado remoto, hubo un tiempo, en el que, el hombre, a través del mito, se fundía en unidad solidaria con la naturaleza, no reclamando para sí, un lugar privilegiado en la escala de la evolución, sino que, se mantenía unido, por un sentimiento de vida con todo su entorno.

 

No fue, sino hasta que, el hombre realizó, sus primeros progresos en la construcción del conocimiento que, al sentimiento de solidaridad con la naturaleza, le sucedió el deseo por dominarla; para el psicólogo evolutivo Heinz Werner "En la medida que el hombre primitivo ejecuta actividades técnicas en el espacio, mide distancias, dirige su canoa, lanza su flecha, su espacio o campo de acción, no difiere en su estructura del nuestro. Pero cuando el hombre primitivo convierte este espacio en materia de representación y de pensamiento reflexivo (abstracción), surge una idea radical de cualquier versión intelectualizada, en el hombre primitivo, el espacio está vinculado al sujeto, ofrece características egocéntricas y antropomórficas".

 

Por su parte, para el neokantiano Ernst Cassirer, el hombre primitivo era incapaz de concebir un idea esquemática del espacio, un espacio geométrico, esto solo fue posible por vez primera en la astronomía Babilónica, en ella, nos dice Cassirer, "encontramos la prueba definitiva de un pensamiento que trasciende la esfera de la vida práctica y concreta del hombre, al tratar de abarcar el universo entero, en una visión comprehensiva".

 

Por paradójico que parezca, en la época contemporánea, en donde el hombre ha realizado los mayores progresos técnicos y científicos de su historia, existe la tendencia de reducir a la humanidad, a un puñado de impulsos biológicos, atrofiando, por desuso, nuestra capacidad de abstracción y por ende, la de formular un juicio propio; esos y no otros, son los efectos que, la excesiva exposición a la televisión y otros medios de comunicación producen, en nuestros procesos cognitivos, la televisión subroga al espectador, de la necesidad de abstracción, ella le ofrece, a través de una imagen, una verdad acabada, procurando la pereza intelectual de sus audiencias, en la medida que podamos contrarrestar los efectos, de esta deshumanización, podremos formar ciudadanos conscientes y responsables, en suma, una sociedad mejor.

 

sotelo27@me.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 


domingo, 5 de abril de 2015

Del Pesimismo al Vitalismo.

Como respuesta a los efectos de la modernidad y de la revolución industrial, una escisión, de la corriente principal de la filosofía alemana de los siglos XVIII y XIX, fue la única que, como movimiento, resistió al hechizo detrás del mito del perpetuo progreso, moral y material de la sociedad; y no tan solo resistió a su seducción, sino que incluso, desarrolló la más elaborada y aguda crítica a la era moderna ; los orígenes de este movimiento, se hallan en los precursores del movimiento romántico Sturm Und Drang (Tempestad e Impetu), especialmente en la obra de Johann Georg Hamann, y aunque a lo largo de los siglos, se les ha clasificado de diversa forma, comparten el común recelo a considerar la razón, como la máxima potencia del hombre, en detrimento del sentimiento, la voluntad o el instinto; destacando de entre ellos Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche.

En El mundo como Voluntad y Representación, Schopenhauer vuelve a la cosa en sí kantiana; pero para él, la cosa en sí será, la voluntad; Schopenhauer, sostendrá  la primacía de la voluntad, sobre la razón; para él, la razón, es apenas, el instrumento para realizar los fines de la voluntad, y esta voluntad no es otra cosa que, voluntad de vivir; la voluntad de vivir, es una voluntad que no cesa, es actividad infinita, en tanto vida apetitiva, que no puede alcanzar satisfacción alguna; el hombre busca su felicidad, que no es mas que, el hecho de saciar al deseo, el deseo no es otra cosa que, un sentimiento de vacío o privación, de ahí que, la naturaleza de la felicidad sea negativa, porque solo cobra vida en ausencia del deseo; cuando el hombre cree haber alcanzado la felicidad, no es mas que de forma temporal, porque una vez colmado ese deseo, la satisfacción cesa y retorna la naturaleza permanentemente desiderativa del hombre; porque en el fondo,  el hombre desea desear.

A diferencia de Leibniz, Schopenhauer, dirá que, vivimos en el peor de los mundos posibles; Impulsados por la búsqueda de satisfacción, la voluntad de vivir, se afirma en los demás; de ahí que, la fuente de todos los males del hombre, sea el hombre mismo; para  Schopenhauer, la vida, es un crimen de por sí, de aquí que, pase a explorar, las vías, para expiar esta culpa, hallándolas, en la negación del mundo a través de la vida ascética y el nirvana, influido, por las doctrinas hinduistas; por otra parte, también puede colmarse momentáneamente el deseo, en la contemplación estética.

Nietzsche, parte del mismo diagnóstico del mundo que, Schopenhauer, para ambos, el mundo es un reino de dolor, no obstante, Nietzsche busca en el Origen de la Tragedia, la respuesta que los griegos dieron, a esta circunstancia del mundo; para Nietzsche, los griegos comprendieron, el carácter terrible de la vida, pero se negaron a darle la espalda, como Schopenhauer, transformando esa realidad, por medio del arte; de aquí que, la expresión estética por antonomasia en la antigua Grecia, fuera la Tragedia.

Nietzsche, recupera el mito del dios griego Dionisio, símbolo del flujo de la vida misma y lo opone al de Apolo, símbolo de medida y límite; a partir de estas figuras, Nietzsche desarrollará la solución a los tiempos que, vivió y sintió en decadencia; Si el mundo y la vida, no son mas que, el escenario donde tienen lugar, toda suerte de sufrimientos, no quedan mas que, dos actitudes; cubrirlo con un falso velo de belleza y sentido, que sería, la actitud apolínea, alternativa que, le reprochara a los hombres cultos de su tiempo quienes, "han degenerado hasta convertirse en el mayor enemigo de la cultura, pues se empeñan en disimular la enfermedad general de la cultura"-; o abrazar con firmeza y valor la existencia, con toda su oscuridad y dolor, aquí, la simple voluntad biológica de Schopenhauer, es transmutada en voluntad de poder, por la que se decanta Nietzsche.

En este sentido, la teoría del eterno retorno de Así Hablo Zaratustra, no es mas que, la expresión de esa voluntad de la vida, ya convertida en voluntad de poder, por afirmarse en un mundo que, busca negarla o la resuelta decisión de aceptar el mundo, tal y como es; si el mundo es un páramo plagado de desdicha, la temeraria actitud de volver a vivirla y revivir el sufrimiento con valor, no es mas que, el triunfo de la voluntad de vivir; el nihilismo activo de Nietzsche, es dialéctico, era su manifiesto de una rebelión contra una cultura que, superficialmente progresa febrilmente, pero que, se encontraba al mismo tiempo corroída por dentro, por un nihilismo pasivo, expresado en un sentimiento de derrota que, a través de la destrucción constructiva, busca ser superada.

Como gran parte de la filosofía alemana del siglo XIX, la obra de Nietzsche y Schopenhauer, consta de una parte descriptiva y otra prescriptiva; pese a que esta última, por su excentricidad es la que mas cautiva, lo que  realmente hace imperecedera su obra, al menos para nosotros, en tanto, modernidad, es el análisis que hacen, de una cierta naturaleza humana ante la misma.