domingo, 27 de septiembre de 2015

Guía para Perplejos.

Guía para Perplejos.
Primera Parte.

En cierta ocasión fui invitado a dar una plática a  Instituto Tecnológico de Monterrey, sobre la idea de la izquierda en la actualidad, como era natural, me pareció necesario mencionar algunos conceptos de Karl Marx, cuando para mi sorpresa, abruptamente fui interrumpido por el profesor anfitrión, quien sumariamente calificó la teoría marxista como llena de mistificaciones, cancelando en ese momento la discusión sobre el tema.

Más lamentable que esta arbitraria irrupción, me pareció la notoria ignorancia sobre la teoría Marxista, ignorancia que nutre el prejuicio sobre el tema y más cuando proviene de personas con cierto nivel y responsabilidad académica.

Recientemente un amigo me comentaba, que estando leyendo el libro El Capital en el Siglo XXI de Thomas Piketty, una persona se le acercó y le dio a entender que la obra "estaba sesgada" por ser marxista, casos como los anteriores existen ad-nauseam, lo irónico es que muy probablemente estas personas, jamás hayan leído a Marx y solo se conforman con interpretaciones de segunda mano.

Con frecuencia mayor a lo deseable, se lanzan descalificaciones sin rigor histórico, técnica, ni sentido filosófico cuando de formas de organización político y económica se trata.

Se dice del socialismo, que es hacer pobres a los ricos y el capitalismo ricos a los pobres y sobre tales errores se construye todo un discurso político, que solo enrarece al debate mismo.

En realidad, el socialismo, ni el capitalismo es lo uno, ni lo otro, porque parten de visiones de diferentes, podrían converger, pero desde hace más de cuarenta años, los sectores más recalcitrantes pro-libre mercado, han agudizado los rasgos de este nuevo tipo de capitalismo que experimenta el mundo.

Claro, en la actualidad es tal la naturaleza salvaje del capitalismo neoliberal, que sus defensores prefiere recurrir a la imagen romántica que de él tienen, esa hecha de la lucha que el capitalismo dio en sus orígenes contra el antiguo orden feudal.

En sus comienzos el capitalismo se caracterizó por recompensar en cierta medida, la innovación y el esfuerzo de las ascendentes clases burguesas, la consigna de libertad e igualdad, fueron de utilidad para legitimar sus ansias de hegemonía frente al orden feudal.

Sin embargo, una vez sobrevino la eclosión de aquel y las clases burguesas tomaron su posición en la pirámide social, estas se parapetaron en su sitio y desde entonces han detenido toda amenaza a su situación de privilegio, osificandose tal y como lo hiciera el desplazado orden social que el mismo capitalismo  habían desplazado.

En ese contexto es que surge la Critica a la Economía Política (Kritik der Politischen Ökonomie)  y El Capital (Das Kapital) ambos de Karl Marx, siendo ciertos en aquel entonces, lo son aún más para el caso del capitalismo actual, con la diferencia entre ambos tipos de capitalismo, en que el de hoy, no se orienta a producir objetos, financiar infraestructura o innovaciones tecnológicas, sino que se reinvierte en el sistema financiero y sólo produce papel.

Antes de tratar la crítica marxista al capitalismo, hay que tener presente el ambiente filosófico que forjó el pensamiento de Marx, aunque sea muy brevemente.

Si consideramos lo que fue la filosofía alemana de finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, podremos observar que el esquema de exposición de los sistemas filosóficos de entonces, (incluso el Kantiano), por lo general se dividía en dos partes, una descriptiva de la realidad y otra prescriptiva.

Marx no fue ajeno a este método de exposición y en su pensamiento podemos encontrar este tipo de clasificación en sus ideas, a partir de lo anterior, resulta obviamente inconducente reducir como comúnmente se ha hecho, todo el pensamiento de Marx a su esfera prescriptiva, es decir, lo que constituye su metafísica o visión profética como le gusta llamarla a sus malquerientes, haciendo a un lado lo más valioso y perspicaz del marxismo, su exacta descripción del funcionamiento del capitalismo y sus efectos sobre la humanidad sujeta a él.

En la próxima entrega, trataré de exponer brevemente algunas de las teorías de Karl Marx, derivadas de su esfera descriptiva, dejando al lector la posibilidad de sacar sus propias conclusiones de lo cierto o no que pueden ser las mismas, haciendo lo posible por despejar la bruma interesada que oscurece la comprensión de la obra marxista.

sotelo27@me.com





domingo, 20 de septiembre de 2015

Ciudades Humanas.

Los días 5 y 6 de Septiembre del año en curso,  se llevaron  a cabo, un ciclo de conferencias en la Facultad de Arquitectura de la UAT, con el propósito de exponer la necesidad de reconsiderar los criterios con los que se ha venido conduciendo el desarrollo urbano de la zona.

Si bien es cierto, este tipo de preocupaciones en los países desarrollados, lleva años que dejó de ser proyecto, para volverse realidad, no deja de ser grato, que se empiecen a dar este tipo de discusiones, ya que nos conectan, con los grandes temas del desarrollo humano en el mundo, 

Se propuso una estrategia de movilidad urbana sustentable (EMUS), el  origen del concepto, tiene su raíz en la denominada democracia urbana, cuyo eje gira en torno al derecho común al espacio público que involucra desde el acceso gratuito a todos los bienes y servicios públicos, el  impulso de una nueva pedagogía que estimule el uso de vías alternativas de transporte al automóvil, hasta consultas ciudadanas para el caso de proyectos de interés público etc.

Tradicional y erróneamente, solemos considerar las calles y avenidas, como de uso exclusivo de los vehículos automotor, cuando en realidad esto no es cierto y precisamente en ello radica el énfasis innovador del concepto de democracia urbana, en nuestra calidad de ciudadanos, todos tenemos derecho al uso de las vías públicas, independientemente del medio de transporte que utilicemos, pero no solo eso, este derecho de uso implica además, la adecuación para cada tipo de uso, peatonal, bicicleta etc,.

En este sentido, resulta revelador conocer que, el 67% de la población de la zona metropolitana (Tampico,  Madero y Altamira) usa transporte público, del cual un 47 % se encuentra en deplorables condiciones, pese a ello, de 2011 a 2013, el presupuesto destinado a desarrollo urbano se repartió de la siguiente forma, un 23 % se destinó a movilidad urbana sustentable, frente a un 77 % en ampliación y mantenimiento de las vías tradicionales.

Ante este problema, algunos profesionales de la urbanización, han imaginado la posibilidad de construir un tren urbano a lo largo de la Avenida Hidalgo, como el que ya existía en la ciudad, hace muchas décadas, otros, considerando los costos hundidos de un proyecto de tal envergadura, lo que representaría un obstáculo para la implementación de una agenda de movilidad urbana, han propuesto en su lugar, un metrobús, como el que ya funciona en el Distrito Federal..

Por otro parte, durante  años, la bicicleta padeció el prejuicio clasista, que la asociaba a las clases sociales de más bajos recursos, postergando la posibilidad de que ocupará un papel más relevante como medio de transporte,  afortunadamente hoy esa idea, empieza a ceder el paso a otra que antepone, sus ventajas de sustentabilidad y de salud pública.

Evidentemente, el tema del uso de la bicicleta como medio de transporte, no solo involucra la habilitación de infraestructura, sino también su regulación, así como un cambio de actitud en los conductores de los vehículos automotor, sin embargo a la larga, las dificultades en la implementación de este tipo de políticas palidecen con respecto a los beneficios sociales que reportan.

Una de las peculiaridades de este tipo de agendas, es el giro en el orden de las prioridades, si antes, los grandes proyectos urbanos, absorbían el interés, ahora se pone el acento, en aquello, que puede proporcionar experiencias de vida reconfortantes, parques, jardines, ciclovias, paisajes etc,.

Está claro, que un hábitat más sano y amable contribuye de manera decisiva en el mejoramiento de la vida en sociedad, ya que permite desarrollar sentimientos de comunidad y establecer lazos de solidaridad y corresponsabilidad en la toma de riesgos y decisiones.

No obstante, uno de los mayores peligros de este tipo de proyectos urbanos, es la tendencia de hacer privado lo publico, en buscar el rendimiento económico, antes que el confort de los ciudadanos, el cambio de paradigma estribaría en devolverle su dimensión de Ciudad a las ciudades, en dejar de definir proyectos en función de criterios comerciales.

Por eso resulta fundamental que se introduzca la figura de la consulta ciudadana y el de moratoria a la hora de definir los planes de desarrollo urbano, después de todo y no es lo de menos, las ciudades son de todos y no puede puede sujetarse su planeación a criterios que riña, dificulte o vuelva hostil el sitio donde tiene  lugar toda nuestra existencia.

sotelo27@me.com






























domingo, 13 de septiembre de 2015

El valor de la #Utopia

Cotidianamente tenemos noticia de toda suerte de hechos indeseables, en sucesión inagotable somos testigos de eventos que desafían nuestra capacidad de comprensión y nos empujan a cuestionarnos si son, el rasgo que define a nuestra civilización.

A lo desafortunado de esta situación se suma, la incapacidad o renuncia por pensar un mundo mejor. Desde existencialistas a postmodernistas, el tono del discurso se ancló, en un dejo de resignación.

Se dejo de pensar en términos de un mundo ideal, que sirvieran de guía y de aspiración edificante y se nos ofreció la descripción detallada de la realidad, como bálsamo ante la frustración.

De a poco en poco, la angustia y la incertidumbre, fue ganando terreno, al confinarse la existencia en lo inmediato y negando la posibilidad de que el pensamiento apunte hacia algo más allá de su presente, se nos instaló en la desesperación.

Con frecuencia mayor a lo conveniente, se da un  rechazo a todo intento de trascender y acceder aunque sea solo con la imaginación,  a una sociedad mejor, se argumenta la imposibilidad de toda utopía, lo que a provocado, que nuestra sociedad entre en una decadencia mayor.

Porque una sociedad que limita sus posibilidades al mundo de los hechos que son, termina por reproducir copias de la copia de un mundo, ya de por si imperfecto, y el resultado no puede ser otro que la degradación progresiva de todos los valores humanos.

El valor de la utopía, no reside en las posibilidades de su materialización, porque como una idea perfecta, no existe en ningún lado, ni en ningún tiempo, sino en proporcionarnos las coordenadas para hallar el camino de nuestra evolución, en hacer lugar a lo posible y de esta forma reajustar constantemente el universo de la humanidad.

La Utopía en el mundo del hombre es una idea reguladora, que por estar por encima de sus posibilidades, nos obliga a esforzarnos a ser mejor, cumple el papel de ser una idea funcional, importante más por lo que hace  en los hombres, que por lo que como conjunto de ideas es.

En la base de la República de Platón y la Utopía de Thomas Moro, cuyos relatos giran en torno a una sociedad comunista, lo fundamental no es el modo en que se distribuyen las cosas, sino los lazos de fraternidad y solidaridad que lo posibilita, ese sería un modelo al que todos deberíamos aspirar, una sociedad en armonía, donde lo importante es la vida del hombre y no sus bienes.

Si queremos cambiar nuestro mundo, debemos empezar por hacernos una exigencia mayor y obligarnos a trabajar como si lo inverosímil fuera posible, el cinismo disfrazado del falso realismo, el oportunismo, convertido en filosofía del vencedor, nos ha colocado en una penosa situación.

En realidad, poco interesa si algún día llegaremos a vivir en una sociedad ideal en el que lo material y la posición social no importe, lo fundamental es lo que hoy, estas ideas pueden hacer para mejorar nuestra convivencia social.

Por eso no  preocupa convencer a los que con cinismo nos condenan a la mediocridad, porque tenemos la convicción de que, una sociedad más justa, equitativa y tolerante siempre es mejor a una que no lo sea.

sotelo27@me.com