domingo, 22 de febrero de 2015

Conciencia Infeliz

Conciencia infeliz.

En nuestro mundo, se experimenta una insatisfacción general, las promesas incumplidas de la modernidad, han produciendo frustración al no poder realizar las expectativas que ella misma impuso sobre los hombros de toda la humanidad; ofrecida como libertad del reino de la necesidad, la modernidad, terminó invirtiendo los valores, colocando la carreta delante de los caballos, hoy el hombre ofrenda su vida al mantenimiento del orden social.


Se impuso la meta del perpetuo progreso; progreso que dejó de ser camino para volverse destino, condición permanente que no da tregua, ni sosiego a la mente, sin darle oportunidad de reflexionar; deslumbrando por el brillo proyectado por el ideal del progreso, el hombre peregrina sin cesar, en pos del Ideal, que convierte su presente en un permanente mal, siempre con la vista puesta, en el afán de algún día poder alcanzar la escurridiza idea de siempre avanzar.


Mimetizado al accionar despersonalizado del maquinismo industrializado, el hombre ha renunciado a su facultad de pensar, se ha conformado con hacer de sí, un puñado de habilidades automatizadas; Es así, que ondea en el mundo, como un instrumento más, de ese reino de medios en que se convirtió  la sociedad.


El hombre vive eyectado sobre un mundo en el cual vive desencajado; pone su ser en las cosas, sublimando su vida propia, a la cualidad de un objeto, una meta que le viene impuesta como unidad de medida de su valía; ha perdido la sensibilidad, sustituyendola por la técnica y la funcionalidad.


Despierta, se levanta, come, trabaja y duerme, se aplica cabalmente en la tarea de deshumanizar su propia entidad; aprende con esmero, todo lo que considera que hará de él una herramienta de utilidad, haciendo a un lado lo único que puede en verdad realizar su personalidad ;Pensar.


Vive y aprende a disfrutar de una existencia sin conexiónes, como el de una piedra que yace encerrada en su absoluta y oscura soledad; soledad, que le viene como consecuencia de esa eyección de su ser, de habitar en el mundo, sin hacerlo consigo mismo, por ello, deambula angustiado, se siente desorientado, porque el mundo tal y como ha sido diseñado, es incapaz de brindarle un sentido a su liviano habitar.


La soledad y la falta del pensar, son las dos epidemias de la modernidad, pero son al mismo tiempo sus condiciones de posibilidad, la rutina militar demanda para sí todo su esfuerzo y concentración, y lo obliga a sufrir el vacío de su vida interior, ya que si pensar es ser dos en uno al desdoblar de la conciencia, al estar arrojado en el mundo en las tareas que harán de él, un gran hombre en términos de la postmodernidad, el cohabitar en la conciencia se vuelve una imposibilidad.


Hombre de conciencia infeliz, vida escindida, busca asir, lo que sabe que fue  primeramente fragmentado, y después arrojado fuera de sí; con místicos sucedáneos, busca soldar su resquebrajada unidad, pero no lo puede lograr, porque lo vuelven a condenar a adorar lo que esta por afuera y encima de él.


El hombre, ha hecho de sí, un ideal pasteurizado, domesticado y predecible; puñado de impulsos organizados en función del mercado. El valor más preciado ha resultado el rendimiento; lo mismo en la industria, en la política y en los bajos fondos de la sociedad, desde este punto de vista, todos viven hermanados.


Religión, política y medios, trabajan coordinados, pretenden forjar artificiosamente una identidad; pero olvidan que identidad es uno, y más de uno, se vuelve comunidad; aunque tal vez, no sea olvido, sino engaño, no buscan individuos, sino rebaños.


La monotonía del trabajo organizado, y la repetición de dogmas sin vitalidad proporciona la exasperante sensación de un mundo congelado, es por ello que, la religión ha perdido credibilidad, en un mundo paralizado, sin libertad, no cabe el calor de la acción providencial.


La política satura de imágenes, datos, al ciudadano, atrofiando el pensamiento simbolizado. Bajo el grosero argumento de su falta de competencia intelectual, se educa al ciudadano en desconfiar de su propio criterio, se exagera las complejidades de los actos de gobierno, para poder suplantar por la burocracia, el derecho a deliberar en los asuntos de toda la comunidad


Los medios de comunicación se han convertido en creadores de imágenes, disuelven lo preciso y determinado, precipitando la verdad en el abismo de la vacuidad; sustituyen la conciencia individual, crean necesidades artificiales y venden al mismo tiempo satisfactores, relevando al hombre hasta de poder desear.


Ejércitos de sonámbulos, deambulan por las calles, sin poder diferenciar, si viven o duermen, se a hecho indiscernible lo falso de lo real.


sotelo27@me.com


















domingo, 15 de febrero de 2015

ARTE Y Sentimiento

Arte y Sentimiento.

Cuando manifestamos nuestra apreciación sobre la belleza de un objeto, lo hacemos mediante un juicio enteramente sin compromiso, al menos en el sentido de que, en la base de tal juicio, no existe deseo alguno, sino solo la invitacion para que alguien mas comparta la misma apreciación.


Por otro lado, cuando manifestamos que algo nos agrada, en la manifestación va inserta la vinculación de un sentimiento que opera de manera directa sobre el objeto de nuestro afecto sin mediación de ningún concepto, sin importar si alguien mas mantiene la misma opinión.


Mas puede suceder que digamos que una cosa es bella, al tiempo que nos acompaña, un sentimiento de agrado, en tal caso, estaríamos  confundiendo los términos para expresarnos, ya que en el fondo, no es una actitud meramente contemplativa lo que nos anima, como cuando se trata sencillamente de exaltar a la belleza, sino totalmente desiderativa, es decir, es el fin de nuestros afectos y deseos.


Lo anterior es una breve interpretación que, sobre el Juicio Estético, La Belleza y el Gusto, expuso Inmanuel Kant, en La Crítica del Juicio ( Urteilskraft ) en 1790, obra pensada para resolver el abismo abierto entre el mundo fenoménico de la necesidad y el nouménico de la libertad, que Kant creyó poder lograr, haciendo presente a la cosa en sí (libertad), en los dominios del mundo de la causalidad empírica (necesidad), por medio de la experiencia de la belleza; dicho de otra forma, la belleza hace presente en el mundo material a través del sentimiento, lo espiritual.


Para Kant, el fundamento de la belleza o fealdad, radica en la manera en la que el objeto afecta a nuestra facultad de sentimiento; Sin embargo, esto no significa, que la belleza sea enteramente subjetiva, sino que, en la elaboración de un juicio estético, el sentimiento resulta la facultad implicada en su resolución.


Ahora bien, Kant puede afirmar lo anterior, sólo después de postular, el principio teleológico o de finalidad en la naturaleza, esto es, el de poder pensar el mundo como un todo correlacionado e inteligible, "como sí" una mente ordenadora hubiera dispuesto el orden de la naturaleza de tal manera que, hubo de ser diseñada para ser comprendida por la mente humana; precisando que con lo anterior, Kant, no pretendía  afirmar la existencia de Dios o arquitecto del universo alguno, como esa mente organizadora, sino que, comparte la actitud científica, que presupone la existencia de un orden discernible en la naturaleza, mediante leyes cada vez mas generales; luego entonces, la belleza es, la operación organizativa de la estructura de la conciencia (unidad de apercepcion) expresada en una finalidad atribuida a la naturaleza; lo que de algún modo hace a la belleza, a un tiempo también objetiva; Kant, se mantiene en el ámbito epistemológico, y no llega a postular un ser o razón absoluta en la cual hacer descansar la relación sujeto-objeto, como posteriormente le reprocharan Fichte y Hegel; pese a ello, se puede percibir la dificultad que experimenta en el intento de reconciliar el dualismo establecido por la Crítica de la Razón Pura y La Razon Practica.


Retomando, supuesto de modo heurístico, un orden teleológico o final de la naturaleza y al considerar Kant que, el arte debe de poseer esa misma naturalidad de la naturaleza, al efectivizarse la consecución de ese propósito de "búsqueda", a través de la contemplación, que no es mas que  el encuentro de nuestro modo de conocer con los objetos de la naturaleza como siendo destinados para ello, es el momento en el que viene a la existencia el placer de la experiencia estética.


Kant, relaciona el juicio del gusto, con las cuatros formas lógicas del juicio y ofrece las definiciones respectivas de lo que es belleza en cada caso; primera.- la belleza es, la capacidad de juzgar un objeto por medio de una satisfacción desinteresada; segunda.- es aquello que gusta universalmente sin concepto;tercera.-, la belleza es la forma de la finalidad de un objeto en cuanto percibida sin fin o utilidad; cuarta.-, la belleza es aquello que sin ningún concepto se reconoce como objeto de una satisfacción necesaria.


Ahora bien, las definiciones ofrecidas por Kant, son operacionales, mas que esencialistas, porque en el fondo tratan de exponer el modo como sucede y se da, la experiencia estética, y no como es; Kant explicita las condiciones de posibilidad que se hallan en la base del juicio estético, con independencia de toda experiencia; Kant no se propuso desarrollar una teoría del arte, como tampoco intentó elaborar un aparato de deducción lógica que nos condujera por necesidad a la conclusión de lo que debe ser considerado como bello o feo, de ahí su afirmación de que lo bello "es lo que agrada universalmente sin concepto".


A finales del siglo XIX, el concepto de Belleza como criterio de medida, cayó en descrédito, derivado del cambio radical experimentado en las relaciones del arte con la sociedad; las exigencias impuestas por la modernidad alcanzaron a las vanguardias estéticas del siglo XX, cuya filosofía se definiría con palabras del movimiento artístico vienes Sezession "Der Zeit Ihre, der Kunst ihre Freiheit" (Cada época necesita de su arte, y el arte necesita su libertad); al preconizar lo dinámico frente a lo estático, lo moderno frente a lo tradicional, dejó de gozar de vigencia el criterio de belleza, por carecer de esa vitalidad que la modernidad exigía, ya que el estatuto ontológico de la idea de Belleza, remitía al de una mera presencia fija y por ende muerta (así lo consideraba Gertrude Stein), siendo ocupado su lugar, por nociones desapasionadas, como llamar a una obra "Interesante", en especial, en el reino de la bellas artes (Schönen Kunst); pero incluso la utilización del concepto "interesante", para calificar a una obra de arte, ha sucumbido, ya que ha terminado por desplazarse al ámbito de lo indiferente y por ende de lo aburrido; pero dígase, como se diga, Belleza o Interesante, el estudio del tema por parte Kant, es relevante, porque nos permite descubrir los procesos que se dan en la base de la satisfacción que nos brinda la experiencia del juicio estético.


sotelo27@me.com

































Arte y Sentimiento.

Cuando manifestamos nuestra apreciación sobre la belleza de un objeto, lo hacemos mediante un juicio enteramente sin compromiso, al menos en el sentido de que, en la base de tal juicio, no existe deseo alguno, sino solo la invitacion para que alguien mas comparta la misma apreciación.


Por otro lado, cuando manifestamos que algo nos agrada, en la manifestación va inserta la vinculación de un sentimiento que opera de manera directa sobre el objeto de nuestro afecto sin mediación de ningún concepto, sin importar si alguien mas mantiene la misma opinión.


Mas puede suceder que digamos que una cosa es bella, al tiempo que nos acompaña, un sentimiento de agrado, en tal caso, estaríamos  confundiendo los términos para expresarnos, ya que en el fondo, no es una actitud meramente contemplativa lo que nos anima, como cuando se trata sencillamente de exaltar a la belleza, sino totalmente desiderativa, es decir, es el fin de nuestros afectos y deseos.


Lo anterior es una breve interpretación que, sobre el Juicio Estético, La Belleza y el Gusto, expuso Inmanuel Kant, en La Crítica del Juicio ( Urteilskraft ) en 1790, obra pensada para resolver el abismo abierto entre el mundo fenoménico de la necesidad y el nouménico de la libertad, que Kant creyó poder lograr, haciendo presente a la cosa en sí (libertad), en los dominios del mundo de la causalidad empírica (necesidad), por medio de la experiencia de la belleza; dicho de otra forma, la belleza hace presente en el mundo material a través del sentimiento, lo espiritual.


Para Kant, el fundamento de la belleza o fealdad, radica en la manera en la que el objeto afecta a nuestra facultad de sentimiento; Sin embargo, esto no significa, que la belleza sea enteramente subjetiva, sino que, en la elaboración de un juicio estético, el sentimiento resulta la facultad implicada en su resolución.


Ahora bien, Kant puede afirmar lo anterior, sólo después de postular, el principio teleológico o de finalidad en la naturaleza, esto es, el de poder pensar el mundo como un todo correlacionado e inteligible, "como sí" una mente ordenadora hubiera dispuesto el orden de la naturaleza de tal manera que, hubo de ser diseñada para ser comprendida por la mente humana; precisando que con lo anterior, Kant, no pretendía  afirmar la existencia de Dios o arquitecto del universo alguno, como esa mente organizadora, sino que, comparte la actitud científica, que presupone la existencia de un orden discernible en la naturaleza, mediante leyes cada vez mas generales; luego entonces, la belleza es, la operación organizativa de la estructura de la conciencia (unidad de apercepcion) expresada en una finalidad atribuida a la naturaleza; lo que de algún modo hace a la belleza, a un tiempo también objetiva; Kant, se mantiene en el ámbito epistemológico, y no llega a postular un ser o razón absoluta en la cual hacer descansar la relación sujeto-objeto, como posteriormente le reprocharan Fichte y Hegel; pese a ello, se puede percibir la dificultad que experimenta en el intento de reconciliar el dualismo establecido por la Crítica de la Razón Pura y La Razon Practica.


Retomando, supuesto de modo heurístico, un orden teleológico o final de la naturaleza y al considerar Kant que, el arte debe de poseer esa misma naturalidad de la naturaleza, al efectivizarse la consecución de ese propósito de "búsqueda", a través de la contemplación, que no es mas que  el encuentro de nuestro modo de conocer con los objetos de la naturaleza como siendo destinados para ello, es el momento en el que viene a la existencia el placer de la experiencia estética.


Kant, relaciona el juicio del gusto, con las cuatros formas lógicas del juicio y ofrece las definiciones respectivas de lo que es belleza en cada caso; primera.- la belleza es, la capacidad de juzgar un objeto por medio de una satisfacción desinteresada; segunda.- es aquello que gusta universalmente sin concepto;tercera.-, la belleza es la forma de la finalidad de un objeto en cuanto percibida sin fin o utilidad; cuarta.-, la belleza es aquello que sin ningún concepto se reconoce como objeto de una satisfacción necesaria.


Ahora bien, las definiciones ofrecidas por Kant, son operacionales, mas que esencialistas, porque en el fondo tratan de exponer el modo como sucede y se da, la experiencia estética, y no como es; Kant explicita las condiciones de posibilidad que se hallan en la base del juicio estético, con independencia de toda experiencia; Kant no se propuso desarrollar una teoría del arte, como tampoco intentó elaborar un aparato de deducción lógica que nos condujera por necesidad a la conclusión de lo que debe ser considerado como bello o feo, de ahí su afirmación de que lo bello "es lo que agrada universalmente sin concepto".


A finales del siglo XIX, el concepto de Belleza como criterio de medida, cayó en descrédito, derivado del cambio radical experimentado en las relaciones del arte con la sociedad; las exigencias impuestas por la modernidad alcanzaron a las vanguardias estéticas del siglo XX, cuya filosofía se definiría con palabras del movimiento artístico vienes Sezession "Der Zeit Ihre, der Kunst ihre Freiheit" (Cada época necesita de su arte, y el arte necesita su libertad); al preconizar lo dinámico frente a lo estático, lo moderno frente a lo tradicional, dejó de gozar de vigencia el criterio de belleza, por carecer de esa vitalidad que la modernidad exigía, ya que el estatuto ontológico de la idea de Belleza, remitía al de una mera presencia fija y por ende muerta (así lo consideraba Gertrude Stein), siendo ocupado su lugar, por nociones desapasionadas, como llamar a una obra "Interesante", en especial, en el reino de la bellas artes (Schönen Kunst); pero incluso la utilización del concepto "interesante", para calificar a una obra de arte, ha sucumbido, ya que ha terminado por desplazarse al ámbito de lo indiferente y por ende de lo aburrido; pero dígase, como se diga, Belleza o Interesante, el estudio del tema por parte Kant, es relevante, porque nos permite descubrir los procesos que se dan en la base de la satisfacción que nos brinda la experiencia del juicio estético.


sotelo27@me.com






























Arte y Sentimiento.

Cuando manifestamos nuestra apreciación sobre la belleza de un objeto, lo hacemos mediante un juicio enteramente sin compromiso, al menos en el sentido de que, en la base de tal juicio, no existe deseo alguno, sino solo la invitacion para que alguien mas comparta la misma apreciación.


Por otro lado, cuando manifestamos que algo nos agrada, en la manifestación va inserta la vinculación de un sentimiento que opera de manera directa sobre el objeto de nuestro afecto sin mediación de ningún concepto, sin importar si alguien mas mantiene la misma opinión.


Mas puede suceder que digamos que una cosa es bella, al tiempo que nos acompaña, un sentimiento de agrado, en tal caso, estaríamos  confundiendo los términos para expresarnos, ya que en el fondo, no es una actitud meramente contemplativa lo que nos anima, como cuando se trata sencillamente de exaltar a la belleza, sino totalmente desiderativa, es decir, es el fin de nuestros afectos y deseos.


Lo anterior es una breve interpretación que, sobre el Juicio Estético, La Belleza y el Gusto, expuso Inmanuel Kant, en La Crítica del Juicio ( Urteilskraft ) en 1790, obra pensada para resolver el abismo abierto entre el mundo fenoménico de la necesidad y el nouménico de la libertad, que Kant creyó poder lograr, haciendo presente a la cosa en sí (libertad), en los dominios del mundo de la causalidad empírica (necesidad), por medio de la experiencia de la belleza; dicho de otra forma, la belleza hace presente en el mundo material a través del sentimiento, lo espiritual.


Para Kant, el fundamento de la belleza o fealdad, radica en la manera en la que el objeto afecta a nuestra facultad de sentimiento; Sin embargo, esto no significa, que la belleza sea enteramente subjetiva, sino que, en la elaboración de un juicio estético, el sentimiento resulta la facultad implicada en su resolución.


Ahora bien, Kant puede afirmar lo anterior, sólo después de postular, el principio teleológico o de finalidad en la naturaleza, esto es, el de poder pensar el mundo como un todo correlacionado e inteligible, "como sí" una mente ordenadora hubiera dispuesto el orden de la naturaleza de tal manera que, hubo de ser diseñada para ser comprendida por la mente humana; precisando que con lo anterior, Kant, no pretendía  afirmar la existencia de Dios o arquitecto del universo alguno, como esa mente organizadora, sino que, comparte la actitud científica, que presupone la existencia de un orden discernible en la naturaleza, mediante leyes cada vez mas generales; luego entonces, la belleza es, la operación organizativa de la estructura de la conciencia (unidad de apercepcion) expresada en una finalidad atribuida a la naturaleza; lo que de algún modo hace a la belleza, a un tiempo también objetiva; Kant, se mantiene en el ámbito epistemológico, y no llega a postular un ser o razón absoluta en la cual hacer descansar la relación sujeto-objeto, como posteriormente le reprocharan Fichte y Hegel; pese a ello, se puede percibir la dificultad que experimenta en el intento de reconciliar el dualismo establecido por la Crítica de la Razón Pura y La Razon Practica.


Retomando, supuesto de modo heurístico, un orden teleológico o final de la naturaleza y al considerar Kant que, el arte debe de poseer esa misma naturalidad de la naturaleza, al efectivizarse la consecución de ese propósito de "búsqueda", a través de la contemplación, que no es mas que  el encuentro de nuestro modo de conocer con los objetos de la naturaleza como siendo destinados para ello, es el momento en el que viene a la existencia el placer de la experiencia estética.


Kant, relaciona el juicio del gusto, con las cuatros formas lógicas del juicio y ofrece las definiciones respectivas de lo que es belleza en cada caso; primera.- la belleza es, la capacidad de juzgar un objeto por medio de una satisfacción desinteresada; segunda.- es aquello que gusta universalmente sin concepto;tercera.-, la belleza es la forma de la finalidad de un objeto en cuanto percibida sin fin o utilidad; cuarta.-, la belleza es aquello que sin ningún concepto se reconoce como objeto de una satisfacción necesaria.


Ahora bien, las definiciones ofrecidas por Kant, son operacionales, mas que esencialistas, porque en el fondo tratan de exponer el modo como sucede y se da, la experiencia estética, y no como es; Kant explicita las condiciones de posibilidad que se hallan en la base del juicio estético, con independencia de toda experiencia; Kant no se propuso desarrollar una teoría del arte, como tampoco intentó elaborar un aparato de deducción lógica que nos condujera por necesidad a la conclusión de lo que debe ser considerado como bello o feo, de ahí su afirmación de que lo bello "es lo que agrada universalmente sin concepto".


A finales del siglo XIX, el concepto de Belleza como criterio de medida, cayó en descrédito, derivado del cambio radical experimentado en las relaciones del arte con la sociedad; las exigencias impuestas por la modernidad alcanzaron a las vanguardias estéticas del siglo XX, cuya filosofía se definiría con palabras del movimiento artístico vienes Sezession "Der Zeit Ihre, der Kunst ihre Freiheit" (Cada época necesita de su arte, y el arte necesita su libertad); al preconizar lo dinámico frente a lo estático, lo moderno frente a lo tradicional, dejó de gozar de vigencia el criterio de belleza, por carecer de esa vitalidad que la modernidad exigía, ya que el estatuto ontológico de la idea de Belleza, remitía al de una mera presencia fija y por ende muerta (así lo consideraba Gertrude Stein), siendo ocupado su lugar, por nociones desapasionadas, como llamar a una obra "Interesante", en especial, en el reino de la bellas artes (Schönen Kunst); pero incluso la utilización del concepto "interesante", para calificar a una obra de arte, ha sucumbido, ya que ha terminado por desplazarse al ámbito de lo indiferente y por ende de lo aburrido; pero dígase, como se diga, Belleza o Interesante, el estudio del tema por parte Kant, es relevante, porque nos permite descubrir los procesos que se dan en la base de la satisfacción que nos brinda la experiencia del juicio estético.


sotelo27@me.com




































































domingo, 8 de febrero de 2015

Ética Kantiana.

"El problema del establecimiento del estado tiene solución, incluso si es un pueblo de demonios, con tal de que tengan entendimiento".


En la Crítica de la Razón Práctica, Kant investiga la naturaleza y origen del conocimiento moral, que a diferencia del conocimiento de los objetos de la experiencia sensible, no nos informa de lo que es, sino de lo que debe ser; a partir de esto, Kant, examina las condiciones de posibilidad a priori de la moralidad, antes de toda experiencia posible; su objetivo fue demostrar, que la fuente del conocimiento moral, al igual que el conocimiento científico, se da en la estructura de la misma razón.


Kant, distingue entre legalidad y moralidad, lo primero es sólo el ajuste de nuestra conducta con lo dictado desde afuera de la razón, ajustar nuestros actos a las leyes de dios, a las leyes de la naturaleza, a las leyes civiles o penales o a las costumbres; para Kant, la única moralidad posible, es la autoimpuesta, la que se origina en la Razón (Vernunft), cuya característica fundamental deberá de ser su universalidad y su principio fundamental: la autonomía de la voluntad; La universalidad la obtiene por medio de un juicio susceptible de ser formulado y aceptado como válido por todos los seres racionales, lo segundo lo logra, postulando la idea noumenica de la Libertad, (el no gobernado por las leyes de la necesidad de la naturaleza), que constituye al hombre, que si bien no se puede demostrar positivamente, no es contradictorio pensar su posibilidad; es así que, Kant desarrolla su famoso principio de acción moral "Obra de tal manera que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta, por tu voluntad en ley universal de la naturaleza"; principio de la razón práctica, que no será deducible de los casos concretos, sino de la abstracción de la generalidad.


Kant, identifica tres facultades cognoscitivas, de entendimiento, de juzgar y la de la razón; siendo la facultad de juzgar el nexo entre las facultades de los extremos; expuesto brevemente lo anterior de manera preliminar, podemos concluir que "solo somos libres cuando nuestra voluntad está determinada de manera autónoma", al cumplir los imperativos morales dictados por la razón legisladora; por tanto, en materia de moral, no se necesita buscar afuera lo que habita dentro.


Si reflexionamos profunda y cuidadosamente, nos podremos percatar de lo cierto que es todo esto, en la mayoría de las veces en las que nos vemos confrontados a la necesidad de decidir entre un comportamiento correcto de otro que, no lo es y fallamos, por lo general, se debe a una elección de nuestra voluntad, y no a la falta de claridad de los principios morales a aplicables; cierto es también, que existen situaciones de mayor complejidad en las que no resulta fácil juzgar, ejemplo: la eutanasia o el aborto etc; sin embargo, cuando al final llega la resolución, esta se da siempre a través del mismo aparato racional deliberativo; es así que, por ejemplo, la religión trasladará el sitio de la pena de castigo, del infierno exterior, al socrático infierno interior de habitar con una culpa en la conciencia, precisamente ahí, donde tiene lugar el juicio moral según siempre Kant.


Cuando en Jerusalén fue juzgado a Adolf Eichmann, responsable de organizar el transporte ferroviario de los judíos, destinados a los campos de exterminio en la Alemania de Hitler, este esgrimió en su defensa, "el cumplimento de órdenes superiores y la obediencia debida a la ley", que en este caso ordenaba matar; en el prólogo de su obra Principhia Ethica George E. Moore, afirma que una de las causas más comunes de las confusiones en materia de ética, se debe "Al intento de responder cuestiones, sin saber antes con precisión qué cuestiones se desean responder"; cuando Eichmann, intentó exculpar sus actos bajo aquel argumento, invertía el orden de los procesos que se encuentran en la base de la toma de conciencia y de la responsabilidad personal; no es la obediencia a la ley lo que reviste de un carácter moral a nuestros actos, sino el proceso de deliberación interno al valorar si la propia ley es moral o no, para solo después obrar en consecuencia; pese a lo argumentado por Eichmann, también existió gente que se negó a apoyar el régimen nazi, mediante la vía de no tributarle obediencia; en el fondo, como escribiría Hannah Arendt, la moralista Kantiana más importante del siglo XX, fueron estas últimas personas las que, de manera pasiva se negaron a participar con el régimen nazi, las únicas que juzgaron sobre lo que era o no correcto hacer; durante el régimen nazi, según Arendt, fueron las clases altas de la sociedad, quienes más fácilmente pudieron cambiar de lealtades en materia de moral, "Ellos ( La Elite) no experimentaron las turbulencias morales al ascenso del régimen, estas se vivieron primero en las clases bajas...tampoco... eran responsables de la llegada de los nazis, simplemente estaban impresionados por el éxito de los nazis y fueron incapaces de oponer su propio juicio al veredicto de la historia tal como la leían"; en el colapso total de las nociones morales, si por ello consideramos el modo común y corriente de entender esta, como el conjunto de usos, costumbres y leyes aplicables a un lugar en un tiempo específico, "lo que queda es sólo el afán de aferrarse a algo, de ahí que estas personas que se niegan a juzgar por sí mismas, sean aquellas en las que a la hora de la verdad, menos se pueda confiar",  concluía Hannah Arendt.


Por tanto, si como escribiera Kant, "Los ejemplos (reglas de conducta moral), son las andaderas del juicio", todos hemos visto desfilar un ejército de lisiados; aunque la bruma de los hechos nos bloquee la visibilidad, lo que queda, cuando nada queda en situaciones límite de derrumbe moral, es la facultad de juzgar, porque como concluyera la sentencia que condenó a Eichmman a la horca "La Ilegitimidad de los actos inmorales, salta a la vista, a condición de que el ojo no sea ciego, y el corazón pétreo y corrupto".


sotelo27@me.com




domingo, 1 de febrero de 2015

El Capital #Marx

El Capital.

Cuando el Presidente de Uruguay José Mujica, conocido por su austeridad espartana contestaba en una entrevista; “cuando compras algo, el instrumento es la plata con la que estás comprando; pero en realidad estás comprando con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Quiere decir que cuando gastas, en el fondo lo que estás gastando es tiempo de vida que se te fue”. No hacía más que esbozar uno de los fundamentos de la teoría del valor expuesta por Marx en El Capital.


Durante los más de Ciento Cincuenta años que han transcurrido desde la publicación del primer tomo de El Capital (Das Kapital, Kritik der politischen Ökonomie) de Karl Marx en 1867, el contenido de la obra no ha dejado a nadie indiferente, curiosamente, aun en aquellos que nunca la han leído, pero se sienten en la necesidad de decir algo. Su influencia en la historia política y social contemporánea, es innegable.


En 1989, tras la caída del muro de Berlín, hito que marcó el comienzo del fin de la era del bloque socialista de Europa del Este, muchos lo consideraron como la prueba irrefutable del triunfo moral del capitalismo; y por extensión de la forma de gobierno basado en lo que denominan democracia liberal, que no ha sido más que la elevación de la doctrina del libre mercado a la categoría de derecho humano, ¡todo un exceso!


Sin embargo, veinticinco años después, alrededor del mundo existe un sentimiento de insatisfacción generalizado, y la convicción básica de que la manera en la que se han distribuido las cosas ha sido injusta, ejemplos de ello son los movimientos sociales Ocupy Wall Street y Los Indignados; los movimientos políticos, como Podemos en España y el reciente, como contundente triunfo del partido de izquierda griega Syriza, con su programa contra la austeridad. En este contexto es que adquiere actualidad la obra de MarxZurück zu Marx!); como se verá, al  margen de las extraviadas interpretaciones en algunos países del extinto bloque socialista, sus ideas tienen mérito independientemente de ello.


A diferencia de la escuela neoclásica de economía actualmente dominante, por medio de la teoría de la utilidad marginal, hoy cuestionada, El Capital, en sintonía con Adam Smith y David Ricardo, identifica al trabajo invertido en la producción de mercancías, como la fuente de donde se origina su valor y por lo tanto, como unidad de medida común para determinar su precio.


Teniendo presente lo anterior, en opinión de Marx, es que se fijan los salarios en función del costo mínimo que permite la reproducción de la fuerza de trabajo, dentro de lo estrictamente necesario para su subsistencia diaria, y así poder destinar el máximo de tiempo posible de esa misma fuerza de trabajo, a la producción de mercancías ya no destinadas a cubrir su salario; esto porque la diferencia de tiempo de la fuerza de trabajo ejecutada para cubrir la subsistencia diaria del trabajador llamada salario, de aquel de que conste la jornada laboral completa y que no es pagada al mismo, es destinada a constituir plusvalía, es decir que, si en una jornada de trabajo compuesta de ocho horas, el pago del salario y gasto total de las fuerzas productivas involucradas en el proceso equivale a cuatro horas, las restantes cuatro horas serán las que conformarán la masa de capital libre así acumulable; cuando Marx, habla de apropiación del diferencial del tiempo de trabajo destinado a crear plusvalía de parte del capitalista, no lo identifica con un crudo y vulgar robo, primero, porque en la libre concurrencia de la oferta y la demanda de la fuerza de trabajo, el obrero y el dueño de los medios de producción se presentan, al menos en apariencia en condiciones de igualdad, e intercambia valores de cambio que se creen equivalentes; segundo, porque la explotación del trabajador se da de espaldas al valor de cambio, por la peculiar forma de la fuerza de trabajo, que hace que sea el valor de cambio el que se intercambia mercantilmente, pero sea el valor de uso el que se usufructúe.


Pese a que suele reducirse la doctrina de Karl Marx, a su interpretación materialista de la historia, identificando a entidades, clases y personas concretas como las fuerzas propulsoras de la sociedad, la cosa es bastante distinta, para Marx, los actores humanos del escenario de la historia, incluso los grandes, son simples marionetas, apresadas en la red del escenario social y movidas por la fuerza irresistible de los hilos económicos, de las fuerzas históricas, sobre las cuales carecen absolutamente de control.


El Capital, es una cosmovisión del mundo  (Weltanschauung), no solo un tratado de economía política y por ello, también es rico en imágenes premonitorias de los efectos perniciosos del orden social montado en el modo de producción capitalista, el hastío y la existencia escindida de la vida postmoderna encuentra su explicación en el mismo, desde una perspectiva que nos recuerdan las ideas del movimiento romántico alemán del siglo XVIII, en especial a la obra de Johann Georg Hamann; La facilidad misma del trabajo (mecánico) llega a ser un suplicio, en el sentido de que la máquina no libra al obrero del trabajo; pero quita a este todo interés...La subordinación del obrero a la regularidad invariable del maquinismo, crea una disciplina cuartelaria perfectamente organizada en el régimen de la fábrica cesando de hecho y de derecho toda libertad. El obrero come, bebe y duerme con arreglo a un mandato. La despótica campaña le obliga a interrumpir el descanso.


En rigor, no podríamos obviar la crítica hecha por Eugen Von Böhm-Bawerk, en el plano meramente lógico, a la teoría del valor de Marx, pero que, a la vista de los acontecimientos, en especial con los reportes de Oxfam que registran en su más reciente informe un inquietante aumento de la desigualdad, donde el 1% más rico de la población del mundo concentra el 50 % de la riqueza, mientras que el restante 90% se las tiene que arreglar con el sobrante 50%. Dato que El Capital, había anticipado de la siguiente forma: Cualquiera que sea el tipo de salarios, alto o bajo, la condición del trabajador debe empeorar a medida que el capital se acumula, hasta el punto de que la acumulación de la riqueza, por un lado significa acumulación igual de pobreza; De lo cual uno no puede más que pensar que hasta cuando Marx se "equivoca", tiene razón!.                          sotelo27@me.com