domingo, 1 de febrero de 2015

El Capital #Marx

El Capital.

Cuando el Presidente de Uruguay José Mujica, conocido por su austeridad espartana contestaba en una entrevista; “cuando compras algo, el instrumento es la plata con la que estás comprando; pero en realidad estás comprando con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Quiere decir que cuando gastas, en el fondo lo que estás gastando es tiempo de vida que se te fue”. No hacía más que esbozar uno de los fundamentos de la teoría del valor expuesta por Marx en El Capital.


Durante los más de Ciento Cincuenta años que han transcurrido desde la publicación del primer tomo de El Capital (Das Kapital, Kritik der politischen Ökonomie) de Karl Marx en 1867, el contenido de la obra no ha dejado a nadie indiferente, curiosamente, aun en aquellos que nunca la han leído, pero se sienten en la necesidad de decir algo. Su influencia en la historia política y social contemporánea, es innegable.


En 1989, tras la caída del muro de Berlín, hito que marcó el comienzo del fin de la era del bloque socialista de Europa del Este, muchos lo consideraron como la prueba irrefutable del triunfo moral del capitalismo; y por extensión de la forma de gobierno basado en lo que denominan democracia liberal, que no ha sido más que la elevación de la doctrina del libre mercado a la categoría de derecho humano, ¡todo un exceso!


Sin embargo, veinticinco años después, alrededor del mundo existe un sentimiento de insatisfacción generalizado, y la convicción básica de que la manera en la que se han distribuido las cosas ha sido injusta, ejemplos de ello son los movimientos sociales Ocupy Wall Street y Los Indignados; los movimientos políticos, como Podemos en España y el reciente, como contundente triunfo del partido de izquierda griega Syriza, con su programa contra la austeridad. En este contexto es que adquiere actualidad la obra de MarxZurück zu Marx!); como se verá, al  margen de las extraviadas interpretaciones en algunos países del extinto bloque socialista, sus ideas tienen mérito independientemente de ello.


A diferencia de la escuela neoclásica de economía actualmente dominante, por medio de la teoría de la utilidad marginal, hoy cuestionada, El Capital, en sintonía con Adam Smith y David Ricardo, identifica al trabajo invertido en la producción de mercancías, como la fuente de donde se origina su valor y por lo tanto, como unidad de medida común para determinar su precio.


Teniendo presente lo anterior, en opinión de Marx, es que se fijan los salarios en función del costo mínimo que permite la reproducción de la fuerza de trabajo, dentro de lo estrictamente necesario para su subsistencia diaria, y así poder destinar el máximo de tiempo posible de esa misma fuerza de trabajo, a la producción de mercancías ya no destinadas a cubrir su salario; esto porque la diferencia de tiempo de la fuerza de trabajo ejecutada para cubrir la subsistencia diaria del trabajador llamada salario, de aquel de que conste la jornada laboral completa y que no es pagada al mismo, es destinada a constituir plusvalía, es decir que, si en una jornada de trabajo compuesta de ocho horas, el pago del salario y gasto total de las fuerzas productivas involucradas en el proceso equivale a cuatro horas, las restantes cuatro horas serán las que conformarán la masa de capital libre así acumulable; cuando Marx, habla de apropiación del diferencial del tiempo de trabajo destinado a crear plusvalía de parte del capitalista, no lo identifica con un crudo y vulgar robo, primero, porque en la libre concurrencia de la oferta y la demanda de la fuerza de trabajo, el obrero y el dueño de los medios de producción se presentan, al menos en apariencia en condiciones de igualdad, e intercambia valores de cambio que se creen equivalentes; segundo, porque la explotación del trabajador se da de espaldas al valor de cambio, por la peculiar forma de la fuerza de trabajo, que hace que sea el valor de cambio el que se intercambia mercantilmente, pero sea el valor de uso el que se usufructúe.


Pese a que suele reducirse la doctrina de Karl Marx, a su interpretación materialista de la historia, identificando a entidades, clases y personas concretas como las fuerzas propulsoras de la sociedad, la cosa es bastante distinta, para Marx, los actores humanos del escenario de la historia, incluso los grandes, son simples marionetas, apresadas en la red del escenario social y movidas por la fuerza irresistible de los hilos económicos, de las fuerzas históricas, sobre las cuales carecen absolutamente de control.


El Capital, es una cosmovisión del mundo  (Weltanschauung), no solo un tratado de economía política y por ello, también es rico en imágenes premonitorias de los efectos perniciosos del orden social montado en el modo de producción capitalista, el hastío y la existencia escindida de la vida postmoderna encuentra su explicación en el mismo, desde una perspectiva que nos recuerdan las ideas del movimiento romántico alemán del siglo XVIII, en especial a la obra de Johann Georg Hamann; La facilidad misma del trabajo (mecánico) llega a ser un suplicio, en el sentido de que la máquina no libra al obrero del trabajo; pero quita a este todo interés...La subordinación del obrero a la regularidad invariable del maquinismo, crea una disciplina cuartelaria perfectamente organizada en el régimen de la fábrica cesando de hecho y de derecho toda libertad. El obrero come, bebe y duerme con arreglo a un mandato. La despótica campaña le obliga a interrumpir el descanso.


En rigor, no podríamos obviar la crítica hecha por Eugen Von Böhm-Bawerk, en el plano meramente lógico, a la teoría del valor de Marx, pero que, a la vista de los acontecimientos, en especial con los reportes de Oxfam que registran en su más reciente informe un inquietante aumento de la desigualdad, donde el 1% más rico de la población del mundo concentra el 50 % de la riqueza, mientras que el restante 90% se las tiene que arreglar con el sobrante 50%. Dato que El Capital, había anticipado de la siguiente forma: Cualquiera que sea el tipo de salarios, alto o bajo, la condición del trabajador debe empeorar a medida que el capital se acumula, hasta el punto de que la acumulación de la riqueza, por un lado significa acumulación igual de pobreza; De lo cual uno no puede más que pensar que hasta cuando Marx se "equivoca", tiene razón!.                          sotelo27@me.com





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