domingo, 12 de abril de 2015

#Twitter #Hegel y la #Antropologia

Quienes han usado la red social Twitter, habrán experimentado alguna vez, la dificultad de expresar una idea o un concepto, dentro del estrecho límite de los ciento cuarenta caracteres impuestos para cada Tuit; en la elaboración de epigramas, recurrimos a todo tipo de artificios y onomatopeyas como escribir la palabra "K", por "Que"; no obstante y más allá de la crítica desde los purismos ortográficos; la capacidad de expresarnos en términos sumamente concretos, exige y es indicativo a la vez, de la posesión de una facultad característicamente humana, la de abstracción y representación.

 

Una de las mayores críticas a la filosofía de Hegel, radica en su oscuridad, la inaccesible comprensión de sus textos, ejemplo de ello es, La Fenomenología del Espíritu, obra en la que Hegel, reconstruye, en tan solo unos cientos de páginas, toda la historia de la humanidad a través de la experiencia de la conciencia.

 

El método de exposición hegeliano, consiste en pasar de concepto en concepto, en donde cada concepto, constituye la tesis, que será refutada a su vez, por una antítesis, que la vez resulta superada por una síntesis, que a la vez, exige su negación y así sucesivamente; es decir, una escalera, en la que cada peldaño constituye, una deducción, que a medida que vamos escalando, nos conduce por la ruta, que recorre la conciencia, empezando por lo más simple, la mera certeza sensible, pasando por la autoconciencia, hasta llegar al saber absoluto, estando constituida de una cadena de conceptos abstractos que, en último término, se funden, en una síntesis o movimiento dialéctico, de aquí que, la dificultad de su lectura, derive del hecho de que, no puede ser comprendida, sin antes, haber transitado el camino, en la construcción de cada unos de los conceptos que la componen.

 

Pero independientemente de la abismal diferencia que, en los méritos de su contenido pueda haber, si se hace con éxito y talento, es decir, cuando se logra transmitir un mensaje, con ingenio, en un reducido espacio para hacerlo, una y misma actividad intelectual, se halla detrás del esfuerzo cotidiano de aquellos que participan en la red social Twitter  y el involucrado en la redacción concisa de la Fenomenología del Espíritu, a saber, la de abstracción.

 

Uno de los temas sobre el que, la antropología contemporánea constantemente se interroga, es la de saber aquello que, hace característicamente humano a los hombres y mujeres, cual es su nota esencial; se responde con frecuencia, que es su inteligencia; sin embargo, el problema de responder de la anterior forma es que, introduce un nuevo problema, que nos remite a la necesidad de definir qué entendemos por inteligencia, si respondemos que, por inteligencia hablamos, de aquella capacidad para resolver problemas, esta demostrado que, algunos animales, también tiene esa capacidad, con independencia del grado de complejidad, ya que incluso, entre los mismos humanos, no se obtienen los mismos resultados a la hora de hacerlo, debido a que, no compartimos un mismo nivel de desarrollo cultural que, estandarice nuestras respuestas ante las dificultades; lo ideal sería prescindir del concepto inteligencia, que por ser un término compuesto, su significado es disperso.

 

De todos los seres vivos sobre la tierra, sólo los humanos, han podido hacer una distinción práctica de su ser, con respecto al de la naturaleza, pero esto no siempre fue así, perdido en la oscuridad de un pasado remoto, hubo un tiempo, en el que, el hombre, a través del mito, se fundía en unidad solidaria con la naturaleza, no reclamando para sí, un lugar privilegiado en la escala de la evolución, sino que, se mantenía unido, por un sentimiento de vida con todo su entorno.

 

No fue, sino hasta que, el hombre realizó, sus primeros progresos en la construcción del conocimiento que, al sentimiento de solidaridad con la naturaleza, le sucedió el deseo por dominarla; para el psicólogo evolutivo Heinz Werner "En la medida que el hombre primitivo ejecuta actividades técnicas en el espacio, mide distancias, dirige su canoa, lanza su flecha, su espacio o campo de acción, no difiere en su estructura del nuestro. Pero cuando el hombre primitivo convierte este espacio en materia de representación y de pensamiento reflexivo (abstracción), surge una idea radical de cualquier versión intelectualizada, en el hombre primitivo, el espacio está vinculado al sujeto, ofrece características egocéntricas y antropomórficas".

 

Por su parte, para el neokantiano Ernst Cassirer, el hombre primitivo era incapaz de concebir un idea esquemática del espacio, un espacio geométrico, esto solo fue posible por vez primera en la astronomía Babilónica, en ella, nos dice Cassirer, "encontramos la prueba definitiva de un pensamiento que trasciende la esfera de la vida práctica y concreta del hombre, al tratar de abarcar el universo entero, en una visión comprehensiva".

 

Por paradójico que parezca, en la época contemporánea, en donde el hombre ha realizado los mayores progresos técnicos y científicos de su historia, existe la tendencia de reducir a la humanidad, a un puñado de impulsos biológicos, atrofiando, por desuso, nuestra capacidad de abstracción y por ende, la de formular un juicio propio; esos y no otros, son los efectos que, la excesiva exposición a la televisión y otros medios de comunicación producen, en nuestros procesos cognitivos, la televisión subroga al espectador, de la necesidad de abstracción, ella le ofrece, a través de una imagen, una verdad acabada, procurando la pereza intelectual de sus audiencias, en la medida que podamos contrarrestar los efectos, de esta deshumanización, podremos formar ciudadanos conscientes y responsables, en suma, una sociedad mejor.

 

sotelo27@me.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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